El Cristo del ataúd de Roberto Arlt -Escrito en su visita a la ciudad de Corrientes en 1933-

El Cristo del Ataúd Cruzo la plaza Sargento Cabral, de la ciudad de Corrientes. Una manzana baldía, fúnebre, con media docena de arbolitos pelados, un sol de plomo y viejas con la cara hecha un nidario de serpientes de tanta arruga, pañuelos negros en la cabeza, sayas desmanteladas y cigarro de hoja consumiéndose en el vértice de los labios. Las palmeras sobrepasan los techos de las casas con sus troncos finos y lisos. En el remate, un plumero verdulenco. En el plinto de la estatua del prócer que da nombre a la plaza, un ramo de flores marchitas. Enfrente, la catedral, de torres revestidas de azulejos blancos y celestes. Atravieso una puerta y me encuentro en un gran patio enverjado y entro a la catedral. De entrada, le acoge a uno la frescura magnífica de sus muros sombreros y altas cúpulas austeramente encaladas. En el desierto de los escaños, dos o tres ancianas hacen sus oraciones. Miro a un costado, y en un rincón, sobre un catafalco de madera, junto a una...