La Vienesa de Asunción del Paraguay


                                              Mujer Paraguaya de Juan Manuel Blanes


El café La Vienesa del paseo La Galería de Asunción es muy cálido. Tiene un aire de distinción antiguo aunque  sea una decoración moderna. No soy bueno para retener detalles arquitectónicos, ni decorativos pero sí retengo de La Vienesa la sensación de un lugar muy especial. Está metido en uno de los rincones de la galería.  Está en el primer piso y tiene mesas que dan un espacio central con mucho verde, puentecillos peatonales, árboles inmensos y cascadas de agua artificiales. El paseo de La Galería está en un barrio que no parece ser el Paraguay auténtico aunque la belleza artificial  vence sin piedad a la autenticidad en el mundo de hoy.    

 

Paraguay tenía algo inquietante para mí. Algo inquietante y bello. Era como esos sueños en los que uno siente que está en su casa pero al mismo tiempo sabe que no es su casa. Una sensación de familiaridad y extrañeza. Algo de Corrientes y no. En el Paraguay auténtico, en su ser más profundo como en el nuestro, soplaba un aire de resignación ancestral qué tal vez solo yo lo percibía. Un aire de derrota a veces exasperante, a veces conmovedor.  Los españoles del Paraguay fueron el origen de lo que somos en Corrientes. Asunción, madre… Asunción, el origen... Todo esto lo pienso en La Vienesa y es como estar en un no lugar o un otro lugar. 

    - Todo es hermoso pero no es Paraguay – pienso. 

El barrio de las Carmelitas así se llama el barrio donde está este paseo, es distinto, es hermoso pero es otra cosa. 

 

Leo en un libro de José María Rosa: 

 

¨Noche del 9 al 10 de septiembre de 1862. Son las tres de la mañana y las calles de Asunción están desiertas. Apenas algunos madrugadores saborean sus mates en los grandes patios andaluces perfumados de diamelas de las casonas coloniales. Rompen el silencio tropical cinco cañonazos… Acaba de morir el Excelentísimo Señor Presidente de la República don Carlos Antonio López.¨ 

 La pluma del historiador me transporta a aquella época. Siento el respeto hacia la figura del presidente muerto y la admiración hacia su sucesor…. Tengo nostalgia de una noche en Asunción, una noche como aquella. Recorrer su madrugada. Nostalgia de aquellos patios y su quietud...

 

¨En la mañana del 10 las ceremonias empiezan con el funeral solemne en la vecina catedral, desde cuya cátedra sagrada el elocuente padre Maíz diría el elogio del presidente muerto. Tras el féretro cruza la plaza su hijo mayor, el brigadier general Francisco Solano, que por pliego de mortaja ha asumido la presidencia interina de la República: tiene 36 años y luce con soltura el uniforme de su grado. ¨

 

Hay en el relato de José María Rosa un aire de tragedia en ciernes que me conmueve. Unos pocos años después se desarrollará una guerra fratricida cuyas heridas son parte de las venas abiertas de Latinoamérica. Yo no sé nada de historia pero esa historia me conmueve. Mi país había sido parte de la Alianza que luchó en aquella guerra pero tenía la impresión que mi provincia, aún siendo parte de los vencedores: perdió. Que toda América, en aquella guerra absurda, mostró algo que se repetiría como un sino trágico de todos nuestros pueblos. Que los poderosos del mundo sabían introducir en el corazón de nuestras naciones el gérmen de la división. Se redoblan en mi mente las palabras... pliego de mortaja... el padre muerto... el mariscal Francisco Solano López... el héroe... el Atila  de Suramérica... el amado de su pueblo... el enemigo de Mitre...



El café que tomé era un doble expreso, raro en mí, que siempre tomaba el expreso simple.  La Vienesa, como si fuera El café de un país europeo sólo servía el ristreto, al modo europeo, muy pequeño para mi gusto y el doble. El café que me sirvieron, tuve la impresión, era el mejor café que tomé en toda mi vida.  Delicioso. Recordé fugazmente el café que toma Anthony Bourdain en un documental. Es en un lugarcito de París y el gran chef revuelve la espuma del café parisino.  Es un doble expresso  como el mío actual, vuelca el azúcar que tarda unos instantes en sumergirse. Es la textura del café bien tirado. Lo revuelve... y lo bebe. Luego toma una medialuna... Anthony Bourdain era la vida... la buena vida... no, solo la vida.  No entendí su muerte,  su suicidio. Su imagen revolviendo aquel café doble expresso seguirá existiendo... 

 

Le pregunté al muy amable mozo, al que conocía del día anterior, por la marca del café.

             -   Melita- dijo. 

-      Es de Brasil, ¿no? - pregunté.

No lo sabía pero lo averiguó en el mostrador y efectivamente era de Brasíl. Recordé que en la noche anterior, en el menú de el restaurante Maurice de Talleyrand había una larga lista de cervezas de distintas  procedencias. Cervezas de distintos países incluido Brasil pero ninguna de Argentina. Me molestó. Me pareció ofensivo. Pensé que era deliberado, que era parte del odio. 

 

Lógico, pensé, nosotros éramos hermanos y ellos, los brasileños,no. Es imposible odiar a los uruguayos por lo tanto quedabamos nosotros.  ¡Nosotros… los Kurepís!

-      Sí, si hubo traición fue la nuestra- pensé. 

Teníamos la misma lengua, los mismos conquistadores, la misma historia de independencia y los brasileños,no. Éramos hermanos...      

 

           -  ¿A qué te referís? ¿Traición?- Preguntó S. que venía de comprar cosas en las tiendas... 

           - A la guerra de la triple alianza… Que nosotros éramos sus hermanos…

           - Estás paranoico. Me parece un poco exagerada tu interpretación… te sirven un café brasilero…

            - Brasileño- corregí.

            - Bueno, un café brasileño ¡sos molesto, eh! Un maldito café brasileño... y en un restaurante no tienen cerveza argentina y vos concluís que eso se debe a la venganza  por una guerra qué ocurrió hace mil años… 

Dijo S., irritada.  


Me divertía su enojo. Por lo que la volví a corregir…                                                      

         - No, mil años, no. 150 y pico… empezó en 1865… pero créeme, los tipos no olvidan. Y si bien la toma de Asunción al fin de la guerra fue por los brasileños, barbarie incluida, a ellos no los odian a ellos, a nosotros sÍ.  La toma de Asunción por parte de las tropas del Brasil fue brutal, saqueos, violaciones, asesinatos de civiles... 

    Es  que nosotros, S- volví a insistir-  éramos sus hermanos, misma lengua, misma religión, hijos de los mismos conquistadores… 

              - A ver si nos entendemos - dijo S con voz irónica-  Nada dije de aquella guerra. Lo que dije es que es loquísimo, vas un restaurante que te ofrecen cervezas brasileñas sin que haya ninguna cerveza Argentina. Venís a un café que te sirven, oh tremenda ofensa, un café del Brasil y vos concluís que todo el Paraguay nos odia… y aman al Brasil- se rió burlonamente y agregó: 

              - y todo por una guerra de hace 200 años…

              - 200, no, 150 y pico, ya te dije que empezó en 1865 y terminó en 1869…

   -    Bueno… está bien... ayer nomás. Dijo S, con ironía. 

              - Está bien, tenés razón, no todo el Paraguay pero algunos paraguayos, sí, nos odian. Y no se me ocurre otro motivo que el de aquella guerra fratricida…        

              - ¿Ellos invadieron? ¿No? 

              - Sí y no. Bueno, yo no entiendo mucho. Ellos querían ir por tierra a Uruguay… No sé, yo no sé nada de historia. Pero fíjate,   Juan Manuel de Rosas, desde el exilio, le manda el sable que le había pasado el libertador de América, don José de San Martín, al Mariscal López. Es gracioso, los tiranos para la prensa Argentina,  Artigas, Rosas, Perón, el Mariscal Francisco Solano López son amados por sus pueblos y reivindicados por la historia como los que luchaban por una patria grande, unida e independiente...                         


           



 La conversación quedó ahí. Yo no tenía demasiados conocimientos de aquella guerra pero estaba seguro que hubo una mano negra detrás todo. Por un lado estaban los ingleses y por otro el imperio de Portugal. Nunca se va a saber a ciencia cierta qué pasó pero hay algunos historiadores que dicen que Inglaterra tuvo que ver, otros que Brasil en manos del Imperio de Portugal. Otros que fue la ambición del General Mitre, del puerto de Buenos Aires. 


                                                    Calles desiertas Asunción




 

 

                   

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