Un Long Play en el recuerdo…


Y la primavera me trajo la espantosa risa del idiota.

Arthur Rimbaud

 

Hay recuerdos en la historia personal de cada uno que son de distinto origen. Unos  que tienen que ver con acontecimientos muy  íntimos de cada familia: el momento en que tu madre te miró, ya sea con amor o con ira, el tum… tum… tum… de las ruedas del auto en los paseos familiares por las calles de cemento y brea. Los recuerdos de las  voces familiares. La voz de mi padre diciendo ¨la puta que es linda esta costanera ¨ en los paseos por la costa    ¨ así no hay culo que aguante ¨ cuando le pedíamos plata. Las peleas en la mesa familiar que a la distancia se vuelven tiernas o el murmullo de las reuniones de tus padres o de tus hermanos mayores… los biscochuelos de Santa.  Miles de recuerdos que son un capital simbólico para cada uno y que, en rigor, sólo valen para uno. Los otros recuerdos aún siendo  muy propios de cada quién trascienden la intimidad familiar.  El incendio de una gomería en la calle Irigoyen que duró unos cuantos días. La misa de cuerpo presente cuando murió  Enrique Benítez, el olor a incienso, el color púrpura, los hombres de traje, las mujeres con velos en sus rostros. El asesinato del joven Cabral en el Correntinazo, los policías a caballo, los gritos Walker y Onganía la misma porquería.  El primer semáforo en la calle Junín y San Juan frente a las tiendas Hidalgo Solá. El silencio aterrador  en las calles la noche  del golpe del 76 …  y la inocultable  alegría de algunos, de los que siempre se alegran cuando el pueblo se entristece. La pena inmensa por la derrota de Malvinas, la alegría de los goles de Diego Maradona a los ingleses o  cuando murió el padre de alguien de tu edad  y uno pensó en el suyo… no sé, hechos sociales ajenos a la familia que van siendo parte de uno mismo. Creo que somos esa mezcla. De todos modos, siempre va a a ser difícil saber si un recuerdo es algo que uno  posee o algo que definitivamente perdió como pensaba  Genna Rowlands en la Otra Mujer de Woody Allen.  Somos esa mezcla rara de recuerdos o somos una nada con pretensiones de valiosas posesiones.   ¡Pero llega la primavera…!

 

El Bayo Ruano…

 

Hay un recuerdo de hace muchos años, es  muy particular porque no es un momento determinado sino varios momentos,  un recuerdo de varios días  que tienen un denominador común: un disco de Teresita Parodi.  Se asocian muchas cosas: mi casa de la calle Catamarca 1128, mis padres en todo su esplendor, mis hermanos, los amigos que siempre andaban por ahí, nuestra casa  open door. Y aunque no siempre la recuerdo como una casa luminosa   ese recuerdo/momento tiene la luz del sol que se mete en todos los rincones.  Veo a Santa, mi otra madre, y a las entrañables muchachas del servicio doméstico. Mi casa también era de ellas. Había muchos mundos allí. Sonaba el disco de Teresita, no sé exactamente por qué, ni siquiera sé quien lo ponía. Era el primer disco de Teresita Parodi cuando ella era solo nuestra, no  la famosa y genial  cantante de lo nuestro en toda la Argentina y Latinoamérica... No, ella era solo Teresita, la hija de Adelina, la prima de Anumy,  la que fue profesora de guitarra de muchos de nosotros, la que era muy amiga y alumna del padre músico  de mi íntimo amigo Benjamín de la Vega… Ella era solo nuestra, si es que puedo decirlo así, pero  su talento, su magia, su increíble ángel, ya estaban presentes en aquel disco. Yo creo que en mi casa lo escuchamos como  mil veces. Yo era tan ignorante y poco curioso  que ni siquiera me di cuenta de que la letra era de nuestros poetas. Tampoco, ni siquiera ahora, puedo recordar sin consultarlo, si el disco era solo con poesías de Madariaga o de otros poetas porque lo único que recuerdo de aquel disco es la voz de Teresita recitando y cantando  El Bayo Ruano. Ahora que escribo sobre esto, sé que un bayo ruano era igualito al caballo de  Randolf Scott, un cowboy al que veíamos en el cine de matinee. Un bayo es un caballo o yegua que tiene el color amarillento, marroncito claro lo veo yo, y un Bayo Ruano es marroncito o amarillento con la cola  o las crines blancas. Qué emoción el recuerdo de aquella voz de Teresita recitando: 

 

¨En mi sueño gauchos de todos los colores políticos correntinos están contigo, mi padre… Tu poder fue tu bondad y tu tragedia. Nunca violentaste con soberbia a los inocentes y desamparados. Las más pobrísimas viejecitas gauchi-afro- guaraníes fueron tus amigas más amadas. Amado fuiste por violentos adversarios.¨

¨ En el Paraje de trabajos brutales de rodeos, de alcohol y de políticas bravías, aparecen junto a ti: …¨

 

Me doy cuenta, mientras escribo, que a las palabras le falta la voz de Teresita… vuelvo hacia atrás, y leo yo mismo en voz alta. Me emociona, y no sé si por los versos en sí o por mi asociación en el recuerdo de aquel universo familiar perdido en el tiempo… 

 

Una noche en el Addax Bourg, un boliche que quedaba en la esquina de San Juan e Irigoyen enfrente del edificio bello y raro de la Acción Católica , luego de una farra, bien tarde,  entramos al bar con un grupo de amigos. Estábamos festejando algo qué no recuerdo o que tal vez no quiera recordar… y algo pasados en copas. El lugar me inspiró, yo amaba la música que ponían en ese lugar (allí conocí el disco de Agustín Pereyra Lucena con la voz angelical de Helena Uriburu)  y a los gritos repetí como un demente, ebrio no solo de alcohol, un pasaje del Bayo Ruano:  ¨En el paraje de trabajos brutales de rodeos, de alcohol y de políticas bravías…¨ Y repetía como un loco: ¨de alcohol y de políticas bravías ¨. Nadie entendía nada, tampoco yo. Tal vez, ahora, a la distancia de muchos años, creo que le cantaba a lo que yo nunca sería, a lo que quizás hubiera querido vivir… pero no lo sé. Tal vez solo fue un delirio exaltado fruto del exceso de alcohol…

 

El texto de Madariaga sigue con quienes acompañaban al padre del poeta pero Teresita solo los nombra: 

 

¨¿Ves como pasa por ahí Lau Cardozo? –  Teresita lo pronuncia como Laú, con acento al final- ¡Laú Cardozo! Delicado y seguro, tu gaucho más querido, el suave tropero azul, tu compañero, que se murió en tus brazos golpeado en una feroz volteada de los toros más salvajes…¨ (…) 

 

¡Jefe Criollo, Jamario Valenzuela! (…) ¡Francisco Sosa! (Don Chitano) Qué manejo suave de tus hombres celestes liberales… (…) ¡Teodoro Frutos! Teolindo… Ojos verdes; tan parecido el rostro al de un jaguareté—- ¡Mi gran poeta en estado natural! (…)

 

¨Y al fin de todo el Cuadro, tu, el errante doctor gaucho, el emponchado sobre el antiguo bayo ruano, el Caballero de los Trinos, mi padre, me traes ahora un Trino Blanco para desterrar de mi corazón al Trino Negro. ¨ 



 

Vuelvo a leer, una y mil veces este final, como una y mil veces lo escuchábamos con mi familia en la voz de aquel disco. No es que nos sentábamos a escucharlo sino que cada uno hacía lo que  hacía con esa música que cada tanto sonaba en toda la casa. Mi padre se había comprado un combinado (pasa discos y radio) que era todo un mueble de madera, y que según le informó el muchacho que le vendió tenía el mejor sonido (las mejores voces, decía mi padre) de todos los combinados habidos y por haber en el mundo. Mi padre era un tipo bueno y confiado.  Además, no lo compró en cualquier lugar sino en el Áncora de los hermanos González de la calle Junín, el mismo lugar donde más tarde me compró a mí el regalo más lindo que tuve en toda  mi vida: un equipo de música Audinac A T 510… 

 

Había algo sublime en aquel disco y también una distancia evidente entre esa historia de gauchos y de políticas bravías y nuestras rutinarias  vidas de ciudad.  Un abismo entre el padre que describía Madariaga en la voz de Teresita y mi padre, que en ese tiempo ya solo era un hombre del derecho y cuyo  lugar en el mundo era su escritorio al lado de sus libros y su máquina de escribir Olivetti.  

 

Oscar Portela, según me dijeron, estuvo detrás de la producción de aquel disco. Oscar era un ser temperamental, celoso y muy sensible; aún así fue quién más hizo para que la poesía de Madariaga y la de otro poeta como Juan José Folguerá se conocieran en nuestras tierras.  No sé si realmente  fue el promotor del disco, creo que sí, pero sí sé que toda su vida fue el promotor de la poesía de Madariaga.  

 

Mucho tiempo después de que aquel disco entrara en nuestras casas,  organizó una conferencia de Madariaga en la casona de la  Fundación Juan Torres de Vera y Aragón de la calle Quintana y Salta.  Una vieja casona que había sido adaptada para que funcione un colegio y una fundación. No recuerdo absolutamente nada de lo que el poeta Madariaga dijo en aquel patio andaluz de la vieja casona. Recuerdo que leyó algunas de sus poesías. Recuerdo su extraña voz y su no menos extraña forma de leer sus poemas.  Era una voz grave y desaforada. Como si ella, su voz, reflejara algo bárbaro en sí misma. Algo indecible, e incivilizado. Escucharlo era una experiencia única y desconcertante.  Era una voz artificial y disonante. 

 

Mucho tiempo después de aquel encuentro, en una noche que la recuerdo mágica en un bar de Mercedes, Corrientes, una de esas noches en que las estrellas se alinean con los humanos en dulce montón, yo conversaba con el poeta Miguel Ángel Federik de Entre Ríos. También estaba con nosotros, mi amigo el escritor José María Chaín.  Federik  comentó que siendo muy joven conoció a Madariaga.  

Que admiraba a Madariaga con pasión, y que un día se atrevió a mostrarle al gran poeta de los palmares sin orilla, al criollo del universo,  una poesía suya. 




Madariaga, la leyó en silencio y luego, con mucha dulzura le dijo: está muy buena, Federik. ¡Muy buena! pero sabe qué Federik:  le falta ¨barbaridad¨. 

Esa misma barbaridad que era una de las claves singulares de su potente poesía y de su voz. 


Una Mujer de Armas Llevar...                                                                  


Al finalizar la charla en aquel patio correntino,  me acerqué a la mesa en la que estaban Oscar Portela, mi amigo, y Madariaga.  Luego de presentarme y de decirle lo que siempre se dice en halagos y reconocimientos a un poeta como él; le dije que me emocionaba, y mucho,  el lugar de su padre en su poesía... que para los psicoanalistas el nombre del padre…  Él me interrumpió y dijo: 

 

"¡Mi padre era manso como agua de pozo! Era un hombre cariñoso y pacífico…"

No esperaba esa respuesta.  En sus poesías es ¨el errante doctor gaucho ¨  del alcohol y las políticas bravías...  Pensé nuevamente en mi propio padre. En la bonhomía de mi padre. 

Madariaga dijo otros elogios de su padre pero que  no los recuerdo, solo recuerdo lo de su mansedumbre cariñosa y pacífica… y que claramente  contrastaba con esta figura de gaucho bravío en sus poemas. Luego  dijo con una sonrisa en el rostro pero con esa misma voz rara y como de ultratumba: 

-       ¡La que era de armas llevar era mi madre! 

 Yo no tuve otro contacto con él mas que el de aquel día en el patio de aquella casona. Me hubiera gustado conocerlo más. Poco tiempo después de aquel encuentro Oscar me llamó por teléfono para contarme que había fallecido. Oscar lo admiraba y lo amaba. 

Por mi parte, nunca olvidé aquella fugaz charla con Madariaga. Recuerdo que  primero, me reí, como quien se ríe de una ocurrencia genial. Luego pensé que había algo verdadero en aquella afirmación. Por enésima vez leí el Bayo Ruano y al fin me di cuenta que todo aquel texto poético era un sueño manifiesto y que el poeta  lo confiesa de entrada: ¨ En mi sueño gauchos de todos los colores políticos…¨ Un sueño no es la realidad sino la expresión de un deseo, de una fantasía. Es la nostalgia de un padre heroico. Un padre que todos añoramos.  Un padre que soporta estoico el secreto de la vida. Un padre que montado en su bayo ruano sostiene el universo. Es el sueño de un padre/Dios.  Pero detrás del hombre, detrás del cuadro de su vida se erige no la de su padre sino  la figura de una  madre. Es ella la que sostiene al mundo. ¡Es ella la de armas llevar! como me confesó aquel día el poeta. Detrás del cuadro de una bravía  sociedad patriarcal... una mujer. Es ella, en su soledad, en su silencio, en su detrás de escena, la que crea y  sostiene con amor la fantasía añorada  de una tierra de varones. 

 






Tierra de Varones… un sueño poético

 

Solo así, por este sesgo, pude entender al historiador aquel que defendió el honor de unas mujeres de la historia – defensa ante una  inexistente afrenta a la memoria de las cautivas Correntinas - al decir que nadie las mancillaría pues nuestra tierra  es, fue y será una Tierra de Varones. 

-       Era paradójico y no. 

La sociedad patriarcal, de padres todopoderosos, lo pude vislumbrar como una epifanía laica era solo un sueño poético, un anhelo infantil que se extraviaba en los palmares sin orillas o en la estética del terror delicado tanto como  en las febriles añoranzas de un joven, en un boliche de una lejana ciudad.     


 (Garabato de F. A.) Casa Open Door...






















Mi casa era un open door... (Entrevista a Cargo de Rafael Costa)




                                                                                                                                                                                                                                               

Comentarios

  1. Hermosa evocación! Leí por ahí, que como el lenguaje para William Burroughs, la memoria tiende a ser considerada un virus. Aquí, la narración es tan rica, que abre un sinfín de senderos que se bifurcan. Tomaré uno de ellos, y me encuentro con Osvaldo Soriano y las historias que escribió sobre su padre. Tantas veces me pregunté, si eran ciertas. Si tal la relación que había entre ellos. Y porqué, no aparecía la madre, al menos en alguna. Con el tiempo, me dí cuenta que: mis preguntas eran irrelevantes. Lo que importa eran los sentimientos que el autor había producido en mí como lector. Yo había sentido intensamente el amor, el odio, la ternura, la soledad, la bronca, las alegrías, el sentido de humor que transmitían los personajes. Y ahora que leo esta historia, sé que siempre, siempre, estuvo la madre. Hoy otra vez, siento, íntimamente lo mismo. A través del sendero elegido, la memoria de un escritor, que me regala algo muy preciado: que ahora, en este instante yo también pueda escuchar el long play… con la voz de Teresa y los versos de Madariaga.
    Guito Boleso

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  2. Hoy voy por otro de los senderos que nos trae la memoria de Fermín: el de los versos de Madariaga, que hablan de su padre. Un “gaucho Bravío”, y que el autor de la nota descubre luego como alguien “de mansedumbre cariñosa y pacífica…”. Entonces recuerdo a Piglia cuando dice que “la literatura es una forma privada de utopía”.
    Pasa igual con Fermín? Es a su padre a quien evoca? Es su utopía particular la que saborea un bizcochuelo, pasea por la Costanera, o se toma una copa en el Addax Bourg?
    Es Renzi quien piensa que “no hay nada más ridículo que la pretensión de registrar la propia vida”? O Fermín, quien halla la forma de tratar de reconocer lo que ha vivido. Tiene miedo a olvidar? Miedo a que lo olviden?
    Temor a que aquella primavera con música y versos sea borrada?
    Qué relación tiene Fermín con la memoria?, su memoria?. Recuerdo que una vez me habló apasionadamente de Memento.
    Es nuestro Eróstrato de la calle Catamarca? Se lo pregunté a Ricardo Reis: no lo sabe. Alvaro de Campos: tampoco. Alberto Caeiro: tiene una leve sospecha….
    La crónica de los escritores nos lleva a lugares sorprendentes. Hace muy poco ví que Josefina Giglio, leyendo los Diarios de Emilio, uniendo la memoria de éste a fragmentos de la suya: pudo vislumbrar a su madre desaparecida, como fugaz pareja de Renzi –Yo la quise-.
    Voy concluyendo este camino por el que me empujó Fermín con su evocación.
    Literatura, música, primavera, amores de antaño, de siempre, recuerdos, amigos, en fin como escribiera Soriano: “…la memoria, si voraz y violenta, es una materia exquisita”.
    Gracias Fermín
    Guito Boleso

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    1. me gusto mucho lo voy a imprimir, creo que no es lo unico que tenes escrito, perdon por mi ignorancia. Te debes publicar un libro

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    2. Querido Guito Boleso: lamentablemente mi primera respuesta a tus comentarios se perdió en algún lugar de la Web. Días enteros me pasé esperando que aparezca pero no, no apareció, así que acá va el segundo intento. De mi respuesta inicial recuerdo que te agradecía, de eso estoy seguro, pues me encantó que hayas comentado y me hayas puesto, con mucha generosidad, en línea con autores que amo. Autores que amo pero que desde mí, me parece un sacrilegio asomarme a ellos.
      Hay una distancia tan grande entre Fermín y esos maestros que Fernando A suele decir con dolor que es muy injusto como se reparten los talentos entre los hombres.
      Algunos con tantos y otros con tan pocos.
      Germán García solía decir que el inmenso talento en la escritura de Borges, inhibía, mientras que Roberto Arlt con su escritura imperfecta invitaba a escribir. Como que uno se animaba a escribir gracias a que se decía que no era perfecto, algo así decía Germán. Yo no estoy tan de acuerdo, Roberto Arlt también escribe tan bien que muchas veces me digo, porque nomás no me dedico a leer y listo. Te digo todo esto porque si bien están los que me inhiben también encontré al querido Emilio Renzi. Creo, aunque no estoy seguro, que fueron los Diarios de Ricardo Piglia, esa mezcla de simpleza literaria, de crónica y de diario los que me empujaron a escribir. Mejor dicho, a escribir y a atreverme a publicar, aunque sea en este blockspot, mis instructivos. Fernando A suele citar a Michel Tournier que cuenta una fantasía en la que un hombre decide quemar todo lo escrito en papel pues considera que los antecedentes oprimen a los hombres. Su idea tiene aceptación pero una vez logrado, los hombres luego de un breve período de felicidad poco a poco se animalizan. Y concluye diciendo que es inútil ¡El alma humana es de papel! Si, yo sé que no hay como el papel pero este paso por el block me alentó en la ilusión de un primer paso hacia el papel. También me mostró que la quimera de Macedonio Fernández podía ser realidad... un texto inicial... luego un lector que lo hace suyo... lo reescribe... otro lector... lee la reescritura y así un libro eterno. En el block Sol a Plomo algo así pasó... ¨Un long play en el recuerdo ¨ de Fermín... luego, tu lectura ya es otro texto (nunca me olvido de tu genial posición de lector desde aquella presentación en Capítulo 1 de la calle Mayo) ahora el poeta de Mercedes, Tito López lee y escribe... otro texto o una continuidad.

      Tu lectura además me llevó a repensar qué es lo que quiero contar. Mis repuestas varían. A veces pienso que quiero dar vida a un Corrientes que no tiene representación como en el texto Se lo Ruego donde Kafka circula entre Camín y Darwy. Otras veces pareciera querer dar ex-sistencia a un Corrientes que ya no está. Poner mi mirada en las ruinas que se ocultan detrás de la ciudad actual. No lo sé. Tal vez, escribir sea un ardid para eludir la aterradora marginalidad provinciana pero en ese escapar a través de lo que escribo, la más de las veces, me encuentro con que doy vueltas y vueltas y no me alejo, no mucho más lejos que de la plaza Cabral donde Arlt sintió el ¨sol de plomo ¨ antes de escribir su maravilloso texto sobre El Cristo del Ataúd (Ferando cambió la preposición ¨de ¨ por ¨a ¨ para el block) o de la calle 9 de Julio entre Córdoba y Catamarca ... y hasta lo que es peor, la escritura me lleva a amar esa misma marginalidad de la que intento escapar.
      En fin, nuevamente gracias por comentar y por la compañía en este camino... un fuerte abrazo Fermín

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  3. Gracias Guito escribí una larga respuesta pero no me aparece por ningún lado...

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  4. Ahora me aparece mi comentario pero antes no. Tito Lopez, el poeta de Mercedes, me dijo que escribió también un comentario y, sin embargo, no aparece. Un abrazo

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  5. Estimado Fernando tu escrito tenía eso de tu infancia y tu adolescencia en Corrientes; niñez y adolescencia que de acuerdo a lo que contaste fue una espacio feliz de tu vida, lo cual me alegra, porque no debe haber cosa más dolora que una niñez infeliz, en la adolescencia se aguanta más los sinsabores, seguramente porque contamos con otras armas, pero también se sufre. De tu vida en Buenos Aires, se muy poco pero seguramente esa gran ciudad llena de cultura te dio las herramientas que claramente te diferencia de aquellos correntinos que no tuvieron la posibilidad de ver “un mundo” donde la belleza también está en las cosas que hizo el hombre y no solamente en la “desmesurada” naturaleza como ocurre en nuestra patria chica.
    Me quiero detener en el tiempo de la niñez. Un tiempo del que me ocupo de “entender” su implicancia en el hombre adulto. Yo me encuentro permanentemente es esta etapa de mi vida buscando hacia atrás algunas cuestiones que me aclaren ciertas cosas del presente, el porqué de algunas posiciones ante determinadas realidades, etc. Pude ver con claridad un momento de mi niñez, 10 años de edad, vivía en una estancia, tengo la plena seguridad que la “piedra fundacional” de mi personalidad comienza allí, todo lo que vino después tiene las debilidades y fortalezas del niño de ese tiempo. Le doy una enorme transcendía a ese tiempo. Ese tiempo diseñó la personalidad y hasta me atrevería a decir diseño una posible “hoja de ruta”, un destino para el adulto que vendría más adelante.

    Ahora la segunda parte de tu escrito sobre el gran escritor Francisco Madariaga. Madariaga es mi Santo Patrono en la Poesía.
    Dice el poeta: “El poeta es el balsero que cruza a veces a los hombres
    desde la ribera de la muerte a la ribera de la vida.”

    Francisco Madariaga bebía poesía con anónimos hombres descalzos hechos para el trabajo rudo, para el coraje, menchos gallardos y pendencieros, silenciosos, fieles, y como sus cuchillos filosos.
    Madariaga, fue el poeta de los llanos y de los esteros del norte correntino.
    Era un hombre que montado sobre un brioso bayo ruano (su pelaje favorito) galopaba en busca de la inspiración poética. (…)
    Ajeno a la retórica su discurso se sustenta a través de un alucinante caleidoscopio cuya constante transposición de imágenes funda la realidad dentro de unas coordenadas (espacio-tiempo) que cuando son nombradas dejan de “ser” para resurgir en un nuevo plano de intensificación lírica:
    “sólo enredaste tu sangre un instante en mi corazón y sangraron tus manos / oh esbelta de labios culpables de infinito”.
    Madariaga nos muestra en su poesía el paisaje de su tierra amada, el norte correntino; un paisaje brillante, lujoso, enjoyado, surrealista, barroco, vanguardista, único y maravilloso.

    Tito López
    Mercedes - Corrientes
    27/11/202 (segundo intento)

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    1. Gracias Tito por tu profundo comentario. Es verdad, la infancia es donde se forja lo que somos. Yo tengo un escrito que lo titulé Reflexiones sobre el asesinato de la infancia... en el que observo que en nuestros días la infancia, como ese tiempo que vos describís tan bien, pasó a ser un tiempo de muchísimas exigencias para los niños (para las criaturas, como les llamamos en nuestros pagos) Con decirte qué hay lugares en los EEUU en los que existen profesores especializados en preparar a los niños para ser admitidos en jardines de infantes de alta exigencia... y de allí en adelante. En Japón (que suele ser un modelo alabado por nosotros) los niños a los cuatro años rinden un examen/test en el que determinan su coeficiente intelectual, que a su vez determinará su destino universitario o no. Con respecto a Madariaga tu mirada de poeta vale más que la mía. ¡Es extraordinario! Solo me gustaría contarte que aquella noche en Mercedes en que Miguel Ángel Federik ( ambos invitados por Letras de Mercedes) me comentó que Coco Madariaga le dijo aquello de la ¨falta de barbaridad¨ yo, bromeando, lo acusé, en tanto hijo de Entre Ríos, de habernos robado a nuestro poeta mayor ya que fue la editorial EDUNER la que publicó las obras completas de Madariaga. Mi broma ocultaba cierta tristeza de que no hubiéramos sido nosotros los autores de tan hermosa obra. Gracias por este segundo intento... había un problema en el block que creo se solucionó. Me pasó a mí con una larga respuesta a Guito Boleso quién había comentado mi escrito. Un fuerte abrazo... F

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  6. Qué maravilla este long play! La magia envolvente de su música, nos lleva a las mismas puertas del Museo de la Novela de la Eterna. Y claro, tenía que venir Macedonio para recordarnos esta confusión entre sueños y realidad.
    El blog enlaza recuerdos: soñados o vividos? Funciona aquí como un diario, que Fermín agota con pasión y goce.
    Renzi, en busca del hotel donde Pavese pasó sus últimas horas, apunta: Sólo quien escribe un diario puede entender el diario que escriben otros.
    Por eso, Fermín echa a rodar su memoria por los pasillos de su existencia (soñada-vivida)?.
    Y su alucinación de aquél encuentro de lectores, donde discurríamos sobre oralidad-escritura, convoca a Piglia quien musita: El diario de Grombowicz (como el de Kafka o del de Musil) es un ejemplo de la lectura de los escritores.
    El blog-diario es un laboratorio, donde ese magnífico hecho de la lectura aparece como la instancia primera de todo ulterior suceso con las palabras.
    El Fermín lector de Macedonio, Borges, Arlt, Tournier, Germán García, Renzi y tantos, tantos… se juzga anodadado ante la belleza de la escritura, y también siente el desafío, ante esta invitación urgente de poner en palabras suyas esta pasión que lo inflama.
    El deseo de narrar lo desborda, aunque aún no sepa qué quiere contar.
    Lo que sabe con certeza, es su amor a las letras. Es un lector.
    Piglia se preguntó: Qué es un lector? Y nos propuso un juego arbitrario y encantador, en busca de la figura del último lector como múltiple y metafórica.
    Al bucear en los modos de leer que están en la memoria, reconoció la presencia de su propia vida de lector, que al igual que en Fermín culmina en escritura (instructivos dice con humildad).
    El texto publicado, convierte a FA en escritor. Sus autores amados, dicen cuánto han influído en él.
    Analizamos ahora su obra, y de qué manera sueños y visiones salen a la calle, en tránsito por la literatura.
    Guito Boleso
    Respuesta al posteo del 27.11.2020

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