(Publicado en la Revista Liberación)
El padre Jorge y yo en Santa Ana (Corrientes)
¨Fui descubriendo en Corrientes una sociedad simpática, alegre, dispuesta a la fiesta y a las manifestciones de afecto (…) pero también fui advirtiendo una sociedad conservadora, tradicionalista y con síntomas de una cierta discriminación y exclusión de los “distintos”: los más pobres, los ignorantes, los empleados…"
Eduardo Jorge
En el Alma de Napoleón de 1912, Leon Bloy dice que “todo hombre es simbólico y… en la medida que es un símbolo es un ser vivo” Y agrega más adelante: “nadie sabe lo que ha venido a hacer a este mundo, a qué responden sus actos (…) ni cuál es su nombre verdadero, su nombre inmortal” “Emperador o changarín nadie conoce ni su fardo, ni su corona”
En este sentido, he pensado que el nombre propio, ese signo indescifrable de lo que somos, se escribe con claridad en ciertos hombres y mujeres de la política… pero también en hombres y mujeres de otros ámbitos.
El General Valle y Monseñor Devoto
He pensado escribir sobre el General Juan José Valle, símbolo de la resistencia democrática frente al infame golpe militar de 1955. Escribir sobre el impacto profundo que produce la carta que antes de su fusilamiento le escribe al General Aramburu, su verdugo*. Y de un sacerdote, Alberto Devoto, que lo asiste antes de su muerte, con mi intuición personal de que aquel militar de la nación convierte al sacerdote hacia una iglesia comprometida con su pueblo. Un héroe militar de la Nación con su escritura, conmueve las certezas del sacerdote. El mismo sacerdote Alberto Devoto que años después, como obispo de Goya escribe, con sus actos en favor de los desprotegidos, su nombre inmortal en el registro de la Luz.
Pero mientras pensaba desarrollar este tema muere, en los días de octubre, en la ciudad de San Nicolás, el padre salesiano Eduardo Jorge. Mi relación con la iglesia católica, podría decir que ha sido de altibajos y muy distante si no fuera por haberlo conocido al cura Jorge, con el que mantuve hasta su muerte una amistad. Pensé que su nombre en nuestra revista Liberación no podía faltar. Eduardo Jorge fue para mí, y para muchos jóvenes de Corrientes, quien nos puso en contacto con las enseñanzas de una iglesia comprometida con la realidad del pueblo. No solo a través de las lecturas de los extraordinarios curitas de la teología de la liberación (Paulo Freire, Leonardo Boff, Fray Betto y tantos otros) sino de su compromiso humano que provenía de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, de su fascinación por aquel pasaje de Hechos de los Apóstoles 2/ 42 de las primeras comunidades cristianas … y de su íntima amistad con el querido Padre Miguel Ángel Nicolau, quien antes de ser desaparecido, torturado y muerto por la dictadura en 1977 introdujo en Corrientes el Arte de Amar y el Miedo a la Libertad de Erich Fromm y el fascinante y controvertido Cristo de Teylhard de Chardin…
Por casualidad días antes de la muerte del padre Jorge me llegó un magnífico documental sobre la vida y muerte de Miguel Ángel Nicolau y en la que el cura Jorge participa. Este es el link donde lo pueden ver
(https://www.youtube.com/watch?v=
Carta del General Juan José Valle a Aramburu
Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes, escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos.
Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años, sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones.
La palabra ‘monstruos’ brota incontenida de cada argentino a cada paso que da. Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado.
Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor contra quien atentara contra la vida de Rojas, de Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo buscábamos la justicia y la libertad del 95% de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada.
No defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido. Es asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto, y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria. Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría, y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo.
Como tienen ustedes los días contados, para librarse del propio terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes.
Como cristiano me presento ante Dios, que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos no sólo de minorías privilegiadas. Espero que el pueblo conozca un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias en sangre. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la patria”
Juan José Valle
Fuente: Roberto Baschetti, Documentos de la Resistencia Peronista 1995-1970,Buenos Aires, Puntosur Editores, 1988.
Nacer es el acto más trascendente de azar que existe. En consecuencia nadie sabrá, al nacer, si será “changarín o emperador”.
ResponderEliminarPero la vida en un determinado tiempo, por lo general más temprano que tarde nos mostrará nuestro camino, el porvenir, lo que nos gustaría ser, algunos lo verán rápidamente, otros tardarán más tiempo y una minoría (pienso) nunca interpretará las señales de la vida.
Los que descifraron “el acertijo” avanzaran firme por el sendero elegido, el éxito y/o fracaso será consecuencia de sus decisiones. Los que van “a ciegas” por azar, podrán “embocar” su camino, pero sus éxitos y/o fracasos será solo consecuencia del azar.
Creo que el humano es un ser totalmente descifrable. Una vez que divisamos nuestro porvenir ya sabemos a qué venimos. En esta vida solo podemos hacer dos cosas: Vivir en función de orientar nuestros actos y acciones en busca del bien común o por el contrario abocarnos a nuestros propios interese. Como somos predecibles, es altamente probable que “el Emperador” se aboque a las acciones que beneficien sus propios interese y el changarín por el contrario piense y accione por el bien común. Puede existir algunas poquísima excepciones.
El Gral. Juan José Valle y el Monseñor Alberto Devoto no podrían saber que el destino los cruzaría en ese tiempo trágico de nuestra historia, pero estoy seguro que ambos, el militar y el eclesiástico, eran caminantes del sendero que busca el bien común.
Tito López
27/11/202
Mercedes - Corrientes
Que bueno que comentaste este artículo. Yo queria dejar constancia de una intuición ( sin pruebas) de que un General de La Nación ( un hombre de las armas) convierte a un sacerdote hacia la iglesia del pueblo. Un general, horas antes de su muerte escribe una conmovedora carta a su verdugo y su confesor no puede, eso creo, quedar indiferente a ella. Nadie puede, creo. Chesterton da una metafora de la búsqueda del ser, de la identidad... un viajero que da vuelta al mundo y cae en un lugar que resulta ser su lugar de origen. Con esto no quiero decir que tu verdadero ser sea de Curuzu jajja.. sino darte la razón en que la respuesta está o se vislumbra en el infancia de cada quien. Un abrazo...
ResponderEliminarMuchas gracias Fermín, por esta invitación, a que reflexionemos sobre el individuo y su destino.
ResponderEliminarQuizás, sólo quizás, sea cierto que “nadie sabe lo que ha venido a hacer a este mundo, a qué responden sus actos…”. Pero me gusta creer que, podemos optar por acciones que oprimen o liberan.
La nota propone conocer a los “nombres de la liberación”, tal vez cada uno de ellos, tarde o temprano tuvo la posibilidad de escoger el sector en que optaban por estar.
Es lo que claramente dice Valle a su verdugo: estoy del lado “de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado”.
Somos –continúa- los que exigimos: “respeto a las instituciones y templos y personas…no sacrificamos un solo hombre de ustedes... buscábamos la justicia y la libertad del 95% de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada… Nosotros defendemos al pueblo”.
El derrotado, que se sabe próximo al fin de sus días, no abjura de sus convicciones, se encomienda a Dios, al juicio de la historia y sus connacionales. “Espero que el pueblo conozca un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable”.
Y sobre la historia, recordemos que ésta: “no pierde nada de lo que alguna vez aconteció,…sólo a la humanidad redimida le corresponde su pasado…”, que articular lo pasado “no significa conocerlo tal como realmente ocurrió, sino “apoderarse de un recuerdo tal como fulgura en un instante de peligro”.
Sigamos con Benjamin, que desde el lado de los vencidos, advierte sobre el riesgo de “convertirse en instrumento de la clase dominante”. Porque “los dominadores de cada época son los herederos de aquellos que alguna vez vencieron…quiénes han vencido hasta ese día marchan en el cortejo triunfal que los dominadores de hoy realizan sobre los que hoy yacen en la tierra”.
En momentos de desasosiego, cuando pesan en mi espíritu el agobio y el desánimo, acudo a leer a Darcy Ribeiro: “Sou um homem de causas .Vivi sempre pregando, lutando, como um cruzado, pelas causas que comovem. Elas são muitas, demais: a salvação dos índios, a escolarização das crianças, a reforma agrária, o socialismo em liberdade, a universidade necessária. Na verdade, somei mais fracassos que vitórias em minhas lutas, mas isso não importa. Horrível seria Ter ficado ao lado dos que venceram nessas batalhas”.
Está claro, al fin de cuentas: el triunfo o la derrota, ya no importan, sino el lado en que uno eligió estar en la lucha.
Ribeiro, Benjamin, Valle, el padre Jorge, Freire, Boff, Betto, Nicolau, Angelleli, quizás en sus comienzos, no supieron que venían a hacer a este mundo, pero al instante de optar: lo hicieron por la liberación de los oprimidos.
Guito Boleso