El Cristo del ataúd de Roberto Arlt -Escrito en su visita a la ciudad de Corrientes en 1933-

 

Armas frágiles 

"Como el psicoanalista, el crítico se dispone a luchar contra los monstruos que nos acosan en este largo sueño de la razón que es la historia del ser humano. Como el psicoanalista, a su vez, el crítico esgrime armas frágiles y se ve traicionado constantemente por su propia subjetividad. Pero como el psicoanalista, el crítico también desempeña una profesión esencial, aunque imposible" Anthony Grafton Cita extraída de El psicoanálisis y los debates culturales. Ejemplos Argentinos - Germán García.

                                           

En la actualidad el psicoanálisis está siendo sometido a ataques mediáticos que se pueden ignorar, como si no existieran, o tomarlos como lo que en el ámbito empresarial se define como retos y oportunidades. De esta forma, estos ataques nos dan la oportunidad de esgrimir nuestros argumentos y constituyen más allá de la cuestionable autoridad de quienes los profesan, un reto para ampliar el horizonte de nuestra empresa común.

 

Con la ambigüedad que la palabra reto ° tiene en la lengua castellana, la impresión es que estos ataques ponen en acto ciertas admoniciones y desafíos, que no son nuevos, y que se entraman en lo que es el psicoanálisis mismo.

 Si decimos que el psicoanálisis es el método o disciplina que conmueve los saberes establecidos y que su ética apunta a lo singular, que no se somete a los imperativos amos, ni a sus reglas de felicidad… ¿No es de esperar acaso que desde esos lugares se esgriman ataques?

 Más bien llamaría la atención que no los hubiera. No se trata, claro está, de recibirlos graciosamente como sí, con la verdad Freud y Lacan de nuestro lado, estuviera asegurada la existencia del psicoanálisis para siempre. Inmutables a toda crítica por ser portadores de una verdad imbatible.

Al respecto, es conveniente recordar lo que dice J.A. Miller en su Política Lacaniana a propósito de pasar de una ética de la convicción, que obvia las consecuencias de la verdad; a una ética de la responsabilidad, por la sencilla razón de que esta última tiene en cuenta a los demás y a los efectos de la verdad que nos convence.

 

A mi modo de ver, aceptar el reto tiene el sentido no precisamente de un mea culpa tanguera, al modo de la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser; sino de desafiarnos a sostener una práctica y una ética que nos compete en tanto miembros del movimiento analítico. Quizás por ello sea necesario que cada uno declare su práctica profesional, en particular, para psicólogos o médicos como una manera de comprometerse con una formación analítica y trasmitir esa exigencia.

Declarar la práctica es como la declaración de amor, no el amor mismo; sino un compromiso con eso que se enuncia, después, como con el amor habrá que demostrarlo.

 

En la región, hubo un sólo escrito que salió en respuesta a una nota que con muchos ruidos y pocas nueces anunciaba la caducidad del psicoanálisis (Ver nota Actualidad del psicoanálisis de Luis Polo, en el diario El Libertador).  El resto de la comunidad analítica hizo silencio.

En mi fuero íntimo, todo el tiempo pienso que hay argumentos que se desprenden del corpus freudiano / lacaniano que deberíamos tratar de hacerlos pasar de una cuestión esotérica, en la que “nosotros nos entendemos”, a una exotérica en la que el léxico elegido no excluya al resto de la comunidad.

 

Una muestra: según Paul-Laurent Assoun con los ejemplos que da Freud en el Problema económico del masoquismo, “caer en la miseria de un matrimonio desdichado”, “naufragar en la bancarrota financiera,” “contraer una grave enfermedad”, hace reaparecer cuestiones de interés como amor, dinero y salud. Freud en su tiempo.

Por mi parte, creo que el psicoanálisis mantiene su vitalidad en nuestros días porque algo sabe de los estragos que se esconden detrás de las “buenas intenciones” asociadas a las reglas sociales; porque nunca olvida al deseo que está detrás de cada uno, porque escucha el intento del sujeto de silenciar las voces familiares para escuchar la propia, y porque cree que la angustia que despedaza indica un afecto que no engaña.

 

Porque que sabe que allí donde se quitan responsabilidades al sujeto – en la actual tentación de la inocencia-  se silencian las brutalidades con las que se opera sobre el mismo sujeto, porque aun sabiendo que cuando alguien dice lo que dice, ignorando por estructura su lugar de sujeto, no por ello deja de sostener que “el sujeto, como decía Lacan, es siempre responsable”.

 Y, en definitiva, porque nos reunimos en torno a un concepto de analista definido por su acto cuyas armas son tan frágiles como eficaces.

°- Retar tiene según María Moliner la acepción de desafiar, pero también la de reprender, reprochar. María Susana Canevaro agrega que es también sinónimo de regañar, por ejemplo: “La madre retó a su hijo porque no hizo la tarea”

Gradiva- S. Dalí