Edward Hooper

  

Se lo Ruego

-         ¡No es así! – dijo Camín- Kafka era tuberculoso y no podía correr… 

-         Está bien, - dijo Darwy como una imploración a que lo dejara terminar lo que decía - es verdad, no entró corriendo a la sala donde dormía el padre de Max Brod…

-          Kafka no podía correr porque se agitaba…                                      

-         Está bien – volvió a decir Darwy con fastidio- ya acepté la corrección. Esto lo cuenta Max Bród, el íntimo amigo de Kafka…

-         ¿Quién? – inquirió Camín

-         ¡Max…Brod!

-         Ah! Max Brod.

-         ¿Y yo qué dije?

-         Ud. dijo cualquier cosa… pero siga...  

Había en el ambiente un aire de ociosidad que parecía interrumpirse por estas repuestas cortantes. Si lo ocioso detenía el tiempo, lo agresivo lo aceleraba.

-         Bien… cuenta Max Brod que Kafka una vez irrumpió en una sala donde dormía su padre. El padre de Max Brod, ¿no?. No sé, un viejo choto, ¡no importa!

Darwy, molesto alzaba la voz a un nivel en el que el sonido de las cuerdas vocales se desvanecía en degradé hacia la afonía. Levantó la vista mirando al resto como esperando que todos comprendieran que “así no se podía hablar”.

Nadie dijo nada por lo que prosiguió.

-         Kafka, al entrar a la sala voltea una silla que despierta al viejo, que sobresaltado, lo mira. Franz Kafka le dice: “Por favor, considéreme parte de un sueño.” 

-         Qué bueno…- dijo Girala. ¡Buena anécdota

Fermín sonrió y dijo:

-         Camín es como las esposas. Si uno está contando una anécdota y para darle forma dice: el martes estábamos por… ellas te corrigen “no, no querido no fue el martes, ¡fue el jueves!”. Por supuesto, si es el martes o el jueves no hace a la cuestión, pero ya te arruinaron…

-         Es así – dijo Marcelo- Siempre hacen lo mismo…

-         Camín es igual. Concluyó Fermín.

Todos rieron menos Camín que parecía ausente, enfrascado en una lectura. Tenía en su mano un marcador amarillo. Movía lo labios, leía en voz alta, quizás para lograr concentrarse, aunque su voz era inaudible para los demás.

-    ¡Arruiné el remate que es bellísimo! Dijo, Darwy, contrito, como si hablara para sí mismo.

-         ¿Por? Dijo Fermín

-         Lo que dice Kafka no es “por favor, considéreme parte de un sueño” …

es “se lo ruego, considéreme parte de un sueño” Es “se lo ruego” y no “por favor” – Repitió.

-         Sí, “se lo ruego” es mejor, es precioso. Dijo Girala, que amaba las palabras.

 

Girala amaba las palabras pero en esta ocasión, pensó Fermín sonriendo, parecía echar nafta al fuego.

-    La arruiné… era “se lo ruego”. Volvió decir Darwy.  

Se hizo un breve silencio en el que el bullicio de la calle Salta, de las otras mesas, de los otros hombres y mujeres de las otras mesas del bar se hicieran oír. Como si empezaran a existir, y fugazmente llegaran a la mesa… En raras ocasiones el sonido ambiente se tenía en cuenta… alguien que gritaba al hablar por el celular, un exceso en el volumen de la música, alguna mesa de jóvenes… La mesa de café que los reunía, siempre la misma, era un diminuto universo impermeable al resto.

-         Kafka era heterosexual- dijo desde la punta de la mesa, Camín, sin levantar la vista de su lectura

En realidad, no leía un libro sino un cuaderno grande que siempre lo acompañaba, que sólo parecía ser el mismo de siempre pero no lo era, ya que tenía muchos cuadernos acumulados. Sus grandes cuadernos anillados contenían anotaciones, recortes de diarios con artículos propios y de otros que llamaban su atención, fotografías, dibujos, anotaciones al margen- Los cuadernos de Camín reflejaban de alguna extraña manera la dispersión de la vida… un collage de intereses, pasiones, sueños…

-         ¿Qué dijiste?  - Dijo Fermín.

-         ¡Kafka era heterosexual!  Repitió, modulando pausadamente cada una de sus palabras.

-    ¿Qué querés decir?...-Dijo Darwy

-         Nada, sólo digo que Kafka era tuberculoso, pero no era homosexual. Eso digo…

 

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