Gracias y Desgracias de
EL SER CORRENTINO
En el
retrato que del Ser Correntino hace esta cantautora, más allá de acuerdos o
desacuerdos, hay una conclusión que me parece magnífica: “El correntino, está
seguro de su lugar en el mundo y no puede ni quiere salirse de allí. Por eso
allí está con su trágica poesía, apretado a la cincha de su canto, en su país
natural, condenado al feudo que es Corrientes en pleno siglo XXI, condenado a
ser idéntico a sí mismo, altivo y lanzado a vivir apasionadamente lo que sabe
de sí sin dudar un segundo.”
Como se podrá apreciar este retrato no carece de contradicciones, en
sintonía con Francisco Madariaga cuyo universo poético no se aleja de sus
raíces y cuya genialidad hace posible esta imagen del Ser Correntino en una
condensación admirable.
Ahora bien, si el Ser se identifica al paisaje, este era para Madariaga un juego de opuestos, un paisaje cuya belleza no esconde lo que él llama el “terror delicado” …” donde los palmares sin orilla y el agua del país de la garza real tienen poderes sobre la memoria poética sólo comparables a los colores del padre muerto y donde los niños se ahogan suavemente en pantanos de un brillo rutilante”
Esta identidad no hace otra cosa que retratar una imagen
idealizada del Ser Correntino y digámoslo de nuevo con Teresa Parodi “su
condena… de ser idéntico a sí mismo” No tengo ningún reparo en expresar mi
admiración por ese ser cuya belleza no esconde la tragedia. Si ya decía Rilke
en sus elegías que “la belleza es sólo un grado de lo terrible”.
Toda construcción idealizada o no, no hace otra cosa que demostrar
que no se puede dominar o explotar aquello de lo que no se tiene un concepto.
Es lo que se ve en la política del poder, construir una imagen, un concepto de
aquello que se intentará dominar o conquistar. Como decía George Steiner “sólo
es posible reprimir lo que se puede nombrar” De allí que estas bellas
construcciones del Ser Correntino a menudo, por no decir siempre, son
utilizadas por el poder para domesticar o dominar lo inconmensurable de
aquellas existencias vivientes.
Esta identidad muy ligada a la tierra, también falla en su
extensión, pues deja afuera a quienes siendo también correntinos viven en
ciudades, o fuera de la provincia y las cuestiones de la tierra y el paisaje
les son tan ajenas como a cualquier hombre de cualquier ciudad del mundo.
En el hombre de ciudad, a diferencia del hombre de campo, la
imagen identitaria se hace más borrosa aún. Esta identidad transita no ya por
la condena de ser idénticos a sí mismos sino en la imposibilidad de inserción
en el mundo de la modernidad dejando atrás certezas conservadoras obsoletas.
Y, a contrapelo de la dinámica de la sociedad actual, lo que se
instala como Ser Correntino ya no es esa figura poética y altiva; tampoco la
imagen de una identidad conflictiva y cambiante, propia de la modernidad; sino
un ser, cuya voz dominante es profundamente conservadora y retrógrada. Es lo
que yo escucho que se dice en la intimidad sobre el pensamiento que se cree
absoluto en Corrientes.
Si se toma como muestra la iniciativa periodística actual Corrientes Opina, se observará que en un
porcentaje altísimo de quienes allí escriben hay coincidencias ideológicas,
religiosas, políticas. Una línea de pensamiento y coincidencias que van desde
el repudio a los juicios a los militares a su enérgico rechazo al matrimonio
igualitario, por ejemplo. Del odio a quienes intentan políticas nacionales- y
si ahora odian con pasión a Nestor Kirchner y a Cristina Fernández de K en el
pasado odiaron, por las peores razones, a hombres como Irigoyen, Perón, Evita,
Illia o Alfonsín, por citar algunos- al odio a quienes se atreven a cuestionan
sus opiniones. Si se pudiera retratar sus coincidencias ideológicas también se
podría imaginar un mapa de sus odios. Su “odio/pensamiento” hace surgir una imagen,
una identidad del Ser Correntino que debo reconocer, a mí me despierta
vergüenza ajena y cierta inquietud. Esa visibilidad de un pensamiento
francamente conservador de derecha es tan presente que lleva a creer,
erróneamente, que ese es el pensamiento moral, político y social de Corrientes.
Invita a construir una imagen del ser correntino como reaccionario y
conservador que en nada se parece a aquel trágico y bello Ser Correntino
descripto por los poetas; y tampoco a esa mayoría silenciosa que mantiene en
construcción su identidad.
Una mayoría silenciosa que no comparte en absoluto las certezas
conservadoras o tradicionales, sino que más bien las padece. Es el Ser Correntino
que intenta pensarse y vivir insertado en un mundo que se ha transformado de
mil maneras. Es el ser correntino que grita su disidencia, denuncia los cautiverios
y cuestiona las certezas de las identidades opresivas. Es verdad que el poder
conservador intenta silenciarlas en un batiburrillo altisonante de complacencia
y obsecuencia con el orden establecido, pero los pueblos sobreviven, resisten y
vencen.
¡Los pueblos sobreviven, resisten y vencen!
En la construcción de la identidad nada hay cristalizado a
eternidad y cada vez que lo pienso veo el vaivén, la oscilación con matices
variopintos de esas razones humanas que van de la vergüenza y a el orgullo, de
la gracia a la desgracia del Ser Correntino.
Mural del grupo Spam Stencil (9 de Julio entre Santa Fe y España)
PREGUNTAS SOBRE EL SER CORRENTINO
ResponderEliminarNo hay propósito de polemizar. Sólo quiero expresar mis dudas, inquietudes e incertezas.
Pregunto: existe un “ser” correntino? Podemos definir a un concepto tan inasible cómo aquél?.
Es posible hablar de un “ser” que identifique a miles, decenas o centenas de miles de individuos?
Sin historizarlos? Sin tener un “marco lingüístico”?
Existe un único ser para todos los nacidos en el Taragüí? Para todas las generaciones?. Hijas de aquellos hombres y mujeres venidos de tantos países diferentes?. Criados y educados bajo este cielo admirable?.
Pregunto: los conceptos poéticos que nos trae Fermín, son metáforas?, que quizás encubren un vacío existencial?
El ser –correntino- “es” o “deviene”?. El “ser”, no se “hace” constantemente?
Tanto en la concepción de Heráclito: el ser inmóvil o “fijo”, como en la de Parménides: el ser fluye -“cambia”-, resulta imposible –creo- definir a quiénes habitamos esta tierra.
Más aún al incluir “a esa mayoría silenciosa que mantiene en construcción su identidad” (FA).
Cuando Madariaga escribe: “un ser con una delicada fiereza”, también habla de “la correntina”?
Nuestro querido Fermín nos dice en “Un long play en el recuerdo”, que hay dos “seres” muy diversos: el padre y la madre de Madariaga.
El primero, "…manso como agua de pozo! Era un hombre cariñoso y pacífico…". La segunda: una mujer “…de armas llevar”.
Cuál de ellos entonces define a la correntinidad?
Teresa Parodi propone la idea de “un hombre consciente de su paisaje y su absoluta identidad”. Lo que deja a las mujeres –más del 50 % de la población- fuera de la enunciación.
Otra vez Fermín, descubre esta insuficiencia respecto a la definición por el territorio: “deja afuera a quienes siendo también correntinos viven en ciudades, o fuera de la provincia y las cuestiones de la tierra y el paisaje les son tan ajenas como a cualquier hombre de cualquier ciudad del mundo”.
Ni hablar de las clases sociales. Tienen el mismo “ser” el/la peón/a “poriajú”? que el/la latifundista patrón/a de estancia?
El analfabeto, que el intelectual?
Tienen el mismo “ser” correntino: la maestra rural, el hombre o la mujer mediterráneos, los que viven en las riberas del Paraná o del Uruguay? El mariscador de los esteros?. El paisano que acompañó a San Martín en la gesta libertadora?. El mencho que leva mediante fue llevado a la Guerra de la triple infamia y el niño combatiente de Malvinas?
Pueden tener el mismo “ser”? Aquellos que integran la élite gobernante? Que los cartoneros, los que buscan con angustia el peso “día a día”, los desocupados, o los que desfilan en la “murga de inundados, campesinos en ruinas y electores desengañados” que describiera Rodolfo Walsh en “Carnaval Caté”?
Tantas preguntas…y no hallo respuestas.